31/1/10

Cousas que só un artista poder facer

Y con ese título para una exposición, miedito expectante es de lo poco que puede sugerir. En lo primero que piensas es en toda esa legitimación facilona que provoca el menosprecio seriado del arte por la mayoría del mundo. Porque algunos se permiten la licencia de "y qué saben ellos del arte". Vivimos en el mundo y para el mundo. El todo vale que no apruebo bajo ningún precio bajo el que se guarece la chusma que se defiende con este tipo de argumentos.

Según la nota de prensa la exposición va sobre una muestra de la presencia del humor en el arte actual mediante el registro de acciones, documentación básicamente, de trabajos realizados por artistas, en donde lo absurdo e irracional tiene una notable presencia. Acciones que ellos realizan y que sólo a ellos les hace gracia porque por lo que a mi respecta me parece una recolección de ejercicios más bien cutres de 3º de licenciatura. 

 
Hablando del humor, del chiste, de la gracia... No sólo me hacen gracia las roturas de codo de los personajes de Humor Amarillo o los comentarios sádicos, inteligentes y cínicos. Y sí es relativo y subjetivo pero hay cosas que no hacen gracia a nadie y más aún, cuando el chiste es muy malo y es repetido desde tiempos inmemoriables. A mi parecer, de lo único que podía salvarse era lo de Recarens, un tío paracaidista cayendo en picado y rastrillando/barriendo/arando la superficie de la tierra bajo sus pies. Al menos, no lo había visto antes.¡¡¡Oxígeno!!! Me entristece enormemente constatar que muchos de los artistas, relativamente jóvenes  en activo hoy, se han aferrado a sus referentes prehistóricos y están remueve y remueve alrededor de un legado del que se han apropiado. Venga, voy y cada día mando un mail a diferentes entidades con una propuesta de proyecto artístico que sé que no se va a llevar a cabo porque mi planteamiento es desde el absurdo y me quedo tan ancho. Vale, descansa en paz porque has topado con la pólvora. Luego queremos que nos tomen en serio. Muy desacertada esta muestra desde mi punto de vista. Así como no me canso de visitar la de Jorge Barbi en la planta de abajo, ésta me parece más que decepcionante.

11/1/10

El lago del patito feo

¡Esa músicaaaaa, qué vergüenza! A penas habían sonado las primeras notas de El lago de los cisnes y alguien indignadísimo protestaba por el crugir de los altavoces. El audio me recordó a las funciones del colegio, cuando se ambientaba cualquier tipo de escena religiosa bien por pascua o el nacimiento mismo y ponían en un magnetófono de dimensiones descomunales una cinta que ya había cotizado demasiado. Como nunca antes había estado en un ballet me mostraba entusiasmada a pesar del sobresalto inicial. La figura de la bailarina, su languidez, movimiento, disciplina es algo que siempre me ha seducido, aunque se trate de "mediocres", que es como calificaba la fila de delante de abrigos largos con pelo del bueno y melenas ahuecadas para la ocasión, a todo el elenco de bailarines en general. La verdad, es que sin tener ni juicio ni parte en este mundo, el protagonista lo poco que llegaba a saltar al caer parecía un saco de patatas, visualmente caía de una forma poco armoniosa y muy pesada.




Pasa que una se genera expectativas de alto standing y no Silvia, no has salido de Paletolandia. A la entrada de cada ballet, concierto, actuación en general se debería entregar con el programa un flyer bien fuorescente y con letras grandes a modo de manual sobre cuando aplaudir. Vamos que porque la obra duró casi 3 horas porque sino... Yo no me podía creer que cada cadencia final, es decir, a cada chim pum para entendernos, arrancaran un número de aplausos considerables y eran de los nerviosos, de los incoherentes. La cosa fue aflojando cuando los entusiastas se fueron dando cuenta de que aquello iba para rato. Mi consejo es que si no sabes cuándo no tomes la iniciativa por favor. Resulta muy molesto los aplausos a destiempo. El siguiente video refleja cruelmente la naturaleza de mis expectativas, sí, pequé de paleta, mea culpa.



Estos cisnes tiene plumas,  formas aladas, son cisnes de verdad. Mis cisnes eran una recua de patitos feos con tutús de un tul opaco. El vestuario era muy de alquiler de traje de segunda mano para la fiesta temática de turno de verano. Puedo llegar a comprender la precariedad ahora mismo de ese país, yo pensaba yo creía en los maravillosos ballets rusos que en los años 20 embriagaron a toda Europa, que los seguirá habiendo por supuesto, pero sin parada en esta estación muy a mi pesar. Aún así no pararé de soñar, lo menos bueno, sin duda sirve para alimentar a lo menos malo.


7/1/10

Pequeñas cosas que deseamos

Si pusieran en venta todas estas "cucadas" estrujaría tal cual trapo al máximo mis modestos ahorros. Pero hay cosas que ya no se venden, vamos, si en mis manos estuviesen las conservaría sí o sí, más que nada porque tendría el suficiente dinero para no necesitar venderlas. No es un nuevo fetichismo, siempre he sido decorosa con el objeto y la imagen pocas veces ha podido.


Acabo de acordarme de Castromao, Celanova. Durante dos veranos consecutivos estuve colaborando en un yacimiento arqueológico. http://www.terradecelanova.com/html/castromao.htm http://www.esgalicia.com/index.asp?pagina=%2Fmonumentos%2Fmonumentos_detalle.asp%3Fmonumento%3D217 Tampoco era nuevo esto de la arqueología. Parece algo estúpido hacer una lista ahora pero desde la infancia tenía unas cuantas profesiones de esas con las que los niños suelen expecular. Entre ellas estaba la de arqueóloga, pianista o diseñadora. Y sí, he tocado de todo un poco. El caso es que el primer año me gustó tanto la experiencia que repetí y tuvo que gustarme porque Ourense en verano al sol tela. Encontrábamos sobre todo trozos y restos parciales de cerámicas y nuevos muros de construcciones que estaban soterradas bajo la montaña. Bajaba todos los días literalmente negra. Hace años, como 7 y de aquellas las cámaras desechables.

Del pequeño expolio que pude hacer me traje unos miserables trozos de cerámicas que no dejan de tener su encanto para mí, porque datan del III D.C.


Toda esta perorata viene a cuento de que durante la excavación encontramos algunas horquillas de oro y adornos a modo de pendientes de las que no conservo fotografías muy a mi pesar.

La exposición sobre La moda en la burguesía femenina de Pontevedra 1856-1929 en el Sexto Edificio del Museo de Pontevedra tiene cositas dignas de apreciar y de sustraer si la naturaleza hubiera obrado de otra modo en mi conciencia... Vale, son como "cosas de chicas". Puede que el machismo imperante de la época realzase precisamente eso, que obligara a la mujer a ser lo más femenina posible y a diferenciarse cuánto más mejor del hombre, aunque esta polvera pudiera pertenecer, salvando las diferencias, a Louis XIV.









Desde mi punto de vista, ser una mujer de hoy no implica tirar de chándal sino todo lo contrario. Vale que en el fondo se perpetúan consideraciones que siempre han partido de juicios masculinos como el canon o ciertos estereotipos pensando que la mujer tiene que ser femenina, válgame la redundancia, y no estoy hablando de faldas cinturón y escotes amenazantes. Buscar un equilibrio que en la mayoría de los casos o viene dado o no se da. Existen demasiadas trampas en el día a día que nos dirigen hacia la vulgaridad y puede que este comentario resulte algo retrógrado y estirado, pero la distinción elegante se propone como un mérito importante para mi persona. Vivir en un lugar totalmente yermo de expectativas de cualquier tipo te hace constatar en vivas carnes que así de duro es soñar arrinconado en el rincón del mundo. Y sí veo las noticias y las desgracias que ocurren a mi alrededor, pero entristecerme por lo mierda que es la vida para casi todo el resto no aporta nada a mi rutina diaria.

Son entonces, todas estas pequeñas cosas las que hacen que el ser humano ambicione y se pase de vueltas trabajando o robando, cada quién a su estilo. Está claro que vecedores y vencidos tenemos que convivir, una ley de selva no tan imaginaria donde reina siempre el más mono.

4/1/10

Muy vintage

Y lo que no es vintage no mola, ahora ya, casi como norma. Iba a decir que se daba más dentro de mi ámbito, eso del amor por los objetos hechos mierda y que apestan a detritus, pero no, ya se empieza a gestar entre la raza superior la fraternidad por lo no seriado y pasar domingos en el desván se ha hecho hasta productivo. Y no, no ha sido la crisis, qué crisis.

Mi abuela tenía una tienda de juguetes durante los 80-90 en Bilbao y aún puedo recordar cosas: el amontonamiento de las cajas, el mostrador lleno de tarros gigantes con pepinillos en vinagre, el regaliz de palo y un escaparate abarrotado de muñecas Cocolisa y Baby Feber. Vale, era un poco de todo, hasta tenía máquinas recreativas ahora que lo pienso. De ese momento a los años 50 en una aldeucha orensana hay un paso considerable, no sólo cuantitativo (Aldea=4 gatos; Bilbao=Zoológico). Con esto quiero hablar de los juguetes que mi padre se fabricaba y que no he conservado (aunque todavía sé que conservo por alguna parte un tirachinas que me hizo en su día y al que vaya si le saqué partido) y que no son precisamente los que reúne la exposición Recordos de xoguete en el Sexto Edificio del Museo de Pontevedra. Son recuerdos de juguetes de niños ricos, algún trompo o peonza o esta especie de marioneta



puede que sí recojan el recuerdo de una infancia de principios de siglo para una gran inmensa mayoría que buscaba entre los mejores maderos el más derecho para su nueva espada. Es una pena que no se hagan exposiciones más plurales, donde ese tipo de juguetes, los manufacturados por unas manos puerilmente intuitivas, tengan cabida. Pero a nadie le interesan las cosas viejas, o no tan viejas; tienen que estar deterioradas lo justo para que parezcan de cuando son, zero manchas y eso sí, nada de muñecas sin ojos. Es paradójico que en una sociedad que lucha contra el envejecimiento surjan este tipo de fetichismos y adoraciones varias por lo entrado en años.



Y ahora en mi casa ya es raro ver cordero en la mesa pero antaño mi madre siempre se apuraba a buscar entre los huesillos las tabas para un juego a modo de dados al que nunca presté mucha atención. En el siguiente enlace explica las normas, que quién quiera, aún está a tiempo de ponerse a coleccionar huesecillos y establecer una alternativa a las tardes futboleras de domingo.


 

Y claro, los recortables & Cía. Esos me cogieron a mi y todavía no me han soltado. Es muy raro encontrar cromos como los de antes, sin pegatina y con purpurina. Cuando era pequeña heredé unos cuantos de mi madre y luego me hice con alguno más pero poca cosa. Los encontré años más tarde en Berlín algo que hacía tan propio, tan español (llevan el made in Germany impreso doy fe):



Los recortables de la expo:




Atentos a los nombres de los presonajes "POCHOLO Y CHOLITA".

En Imaginarium venden hoy por hoy algo muy parecido (Made in Finland, está claro que las muñecas recortables no llegarán a ser símbolo nacional muy a mi pesar), también en papel, algo menos sofisticadas, a un más que módico precio, por si alguno o alguna necesita renovar el armario.

El juguete expuesto más extraño eran tres muñecos orientales que eran un poco las ovejas negras porque entre tanto regionalismo casi patriótico me atrevería a decir, que ese orientalismo del que hacían acopio era casi un insulto. Qué poco español, qué mal gusto...



Y sin duda, de lo expuesto mi preferido, el que ahora me compraría, sería este:



Lo que desconozco es si cada niño de la súper coneja tenía el suyo propio o compartían todos uno. La verdad es que lo de los orinales al pie de cama, uno para cada sujeto, es más que enternecedor.

Gratamente me sorprendió. Os animo a que la visitéis, pero daros prisa porque sólo estará hasta este domingo día 10. Y no me importaría que los Reyes se estirasen con alguno de estos, cualquiera me valdría...

3/1/10

Pasar por Sargadelos

No conocía la porcelana de manipularla aunque como material siempre me había llamado la atención. Pocas son las ocasiones con las que te encuentras para poder trabajar con ella, ya que requiere un proceso técnico complejo (pasando por una cocción de a partir 1100ºC, en Sargadelos era de 1435ºC, que requiere de hornos especializados como poco). Casi reúne todas las condiciones de lo que a mi parecer, considero exquisito: sutil, ligera, blanca, frágil y cara. Más allá de la exclusividad a la que parece acogerse en cualquiera de sus formas pertenece al limbo de lo perfectamente reconocible como sofisticado y deseable. Incluso unas patatas hervidas saben mejor en un plato de porcelana.

Mi afición por la porcelana, su diseño, historia y motivos viene desde hace unos años. De Kassel, http://www.documenta12.de/100_tage.html?&L=1 verano 2007, me traje un librito japonés  Pattern of Ceramic Art que considero una de mis joyas junto con el de Traditional clothes of Okinawa.



Este estilo de porcelana es conocida como ko-Kutani y se empezó a producir alrededor de mitad del siglo XVII en Japón. No he tenido la suerte de tener nada de esta índole entre mis manos, pero intentaré provocarla. Lo que sí he tenido la suerte de ver y vivir ha sido la experiencia en la mítica fábrica de porcelana de Sargadelos de Cervo, en Lugo este agosto pasado. En principio iba con ideas bastante cerradas sobre lo que quería producir en ese mes para introducirlo en mi proyecto de 2º (cosa que no fue posible porque desconocía totalmente los procesos de producción y las limitaciones técnicas del material). Una vez allí y visto el panorama tuve que reestructurar por completo todo lo que tenía en mente y adaptarme a las circunstancias y limitarme a producir más bien "complementos". Existían 3 materiales posibles: gres, refractario y porcelana.



Todos son cerámicas que utilizan en la fábrica según el modelo de pieza en cuestión. Aunque experimenté con los tres desde el primer momento me decanté por la porcelana. La porcelana se podía trabajar de dos formas: en pasta o en colada (líquida).



La que venía en pasta, en unos rulos de unos 10 centímetros de diámetro, se semejaba al modelado del gres o del barro rojo con algún tipo de "desventajas" ya que su modelado era mucho más complicado. Tenía que ser una plancha uniforme y  no debía sobrepasar los 5 mm de grosor para evitar roturas en la cocción. Además se secaba con rapidez, por lo que alcanzaba un punto elástico de modelado y lo mantenía en un período muy breve de tiempo, por lo que era necesario manipularlo rápido para que no cuartease antes de darle la forma final. Este tipo de porcelana en pasta la emplean en la fábrica para la elaboración de platos básicamente.



La líquida para las coladas no difería mucho en composición de la de en pasta, algo más de agua y un aglutinante. El proceso de colada se realiza para la extracción de una pieza cualquiera, a la que previamente se le ha realizado un molde, en este caso de escayola, con un material final "de colada" líquido (en este caso la porcelana), que se va depositando y fraguando en las paredes del molde por sedimentación contínua.

 
Estos son los moldes de escayola con las piezas que he utilizado como modelo.



La porcelana líquida para la colada y los moldes anteriores ya con la colada sedimentándose. 

El proceso es el siguiente: se introduce la colada por el bebedero (agujero en la parte superior del molde) hasta que lo llene por completo, justo un poquito más que el ras de la superficie del molde. Poco a poco, la colada irá bajando como se puede ver en la fotografía debido a la sedimentación de la colada y es necesario ir rellenando el bebedero hasta la superficie del molde durante los 9-10 minutos aproximados que la vamos a tener dentro, para que las paredes de la pieza final sean uniformes. Pasado este tiempo, damos la vuelta al molde y vaciamos el resto de colada que no ha sedimentado y dejamos secar una media hora hasta que abrimos el molde para retirar la pieza final. Mediante este proceso se obtiene una pieza hueca, con una pared que cuanto más fina sea mejor. Normalmente el siguiente paso es bizcochar la pieza. El bizcochado es una primera cocción a unos 800º C para quitarle por completo la humedad y conferirle cierta resistencia. Además este proceso permite el vidriado (barnizado) y el poder decorar las piezas mediante pigmentos. La porcelana bizcochada adquiere un tono rosáceo.



 
A cada uno nos daban un plato hondo y otro llano. Estas fueron mis propuestas de diseño.

Una vez decoradas se pueden vidriar y ya están listas para la cocción. En la imagen se ve el carro donde van colocadas las piezas que se meten tal cual en el horno. Se apilan de este modo para este tipo de piezas. En la fábrica utilizan otro tipo de soportes más industrializados.






 La fábrica tiene un encanto peculiar. Todo parece congelado desde hace 40 años.









El resultado final de mi mes en Cervo fue el que muchos ya conocéis:




Fue una gran experiencia. A quién quiera vivirla se la recomiendo desde la más sincera mala leche que me caracteriza, es digna de cualquiera que quiera hacer algo, sea lo que sea. Para quién quiera visitar la fábrica se puede hacer sin problemas dentro de un horario establecido. Más que recomendable.
http://www.sargadelos.com/